LA MUDANZA

Vamos.. arriba! Aprontemos la mudanza, no se olviden de nada, llévense todo…llévense a todos.

No se olviden de revisar si no queda nada en la vieja “caldereta”, alguna pelota pinchada o algún champión usado...algún momento de esos que no se quieren ir.

Que no queden en los vestuarios ninguna alegría sin guardar, ningún festejo sin envolver en papel de diario para que no se rompa… ninguna lágrima que se quiera prender de los azulejos, aunque haya nacido de la bronca de una derrota.

Recojan de la cancha el “doble ritmo” inolvidable del gallego Lage, la magia del “Sapito” Castrillón, el juego “de memoria” entre Tito y Sergio, la zancada arrolladora a corazón hinchado de Victor, el “pase y corra” desde el banco del Negro Pampa y el “Que brillen nuestras casacas…” de todos nosotros, al final.

Busquen por todos los rincones de la tribuna, las gargantas que aún gritan y alientan nuestros colores, las noches de verano de “birras” y “cantarolas”, los juegos de las kermesses de noviembre y algunos besos adolescentes que han de estar por ahí esperando, todavía.

Despeguen, como puedan, todos los codos “atornillados” en el mostrador de la cantina, carguen con todas las botellas vacías aunque tengan que hacer varios viajes, que no quede nada de nuestra identidad. Descuelguen todas las fotos, las que están y las que no…para que nadie se olvide nadie.

Vamos, que el camión espera… Suban la batea y los tambores, que aunque el viaje sea corto la calle Maciel se suma a la mudanza, sonriente como siempre camino a la rambla.

Vámonos de una vez, por favor… ya no nos queda lugar en la memoria donde guardar, es mucha la historia, es mucho el arraigo, es mucho para no olvidar.

Vamos, ya está… dejen el portón de chapa entreabierto, por si alguien olvidó algo a propósito, para volver a quedarse un ratito más y estar a solas con sus recuerdos, porqué no.

Vamos… ensayemos un canto de despedida, el último… a risa y llanto, no importa… aunque la garganta se nos cierre de emociones enfrentadas, no importa… porque nos llevamos todo y a todos, porque seguimos siendo un montón de corazones que laten igual cuando gritamos “Waston, Waston..!”

Adiós, a la esquina más hermosa de nuestra vida, esta es la mudanza más difícil, seguro… Adiós, y gracias por tanta felicidad compartida.

Salud, mi Waston querido!

Henry Melo